Mes del Sagrado Corazón

El mes de junio, consagrado al Sagrado Corazón de Jesús, es un tiempo de especial devoción y recogimiento en el que podemos adentrarnos en el insondable misterio del amor divino, manifestado en el Corazón traspasado de Nuestro Señor Jesucristo.

El Sagrado Corazón, símbolo perfecto del amor de Dios, es un recordatorio del sacrificio redentor de Cristo y su ardiente deseo de atraer todas las almas hacia Él. Esta devoción, con raíces profundas en la mística medieval y que alcanzó su plena expresión con las revelaciones a Santa Margarita María de Alacoque en el siglo XVII, ha sido siempre una fuente inagotable de consuelo y fortaleza para los fieles.

Antes de ascender al Padre, Jesús dijo a sus Discípulos: “Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del siglo.” Estas palabras deben ser causa de esperanza y seguridad para todo cristiano, y nos deben traer socorro siempre que veamos a la humanidad sufriendo entre tantos males y miserias, y siempre que veamos a la Iglesia asediada por ataques y maquinaciones. Así como levantó el espíritu desalentado de los Apóstoles para que sembraran las semillas del Evangelio por todo el mundo, esta promesa debe fortalecer hoy a la Iglesia para su victoria.

En tiempos modernos, cuando las puertas de muchos templos permanecen cerradas, los sagrarios han sido apartados y algunos fieles son privados de la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía; el Sagrado Corazón se revela como un refugio espiritual. Cuando no podamos recibir físicamente el Pan de Vida, nuestra fe nos sostendrá, sabiendo que Cristo permanece siempre cercano a aquellos que buscan su gracia. Esta proximidad espiritual del Sagrado Corazón nos consuela e impulsa a profundizar en nuestra relación con Él.

El Señor siempre provee los remedios adecuados a las circunstancias del tiempo y del lugar. Así, en esta época también, el Señor tenderá su mano, especialmente cuando el mal se ha extendido tanto y ha apartado a innumerables hombres del amor y del conocimiento de Dios.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es una llamada a renovar nuestro compromiso con Cristo, a reconocer su infinito amor, a ofrecer nuestras vidas como testimonio de nuestra gratitud, y a buscar su Corazón como fuente de todas las virtudes. Esta consagración no sólo debe acercarnos más a Cristo, sino que debe impulsarnos a vivir en conformidad con sus enseñanzas cada día, promoviendo la caridad y la santidad en nuestras propias vidas y comunidades.

 
Sacred Heart Traditional Latin Mass

Letanías del Sagrado Corazón de Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
. Amén.

Poniéndonos en presencia de Dios, adoremos su Majestad infinita y digamos con humildad la oración de Santa Margarita María de Alacoque:

Oremos:
Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus meritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.
℟. Amén.

Letanías:

Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.

Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, de Majestad infinita, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien están los tesoros de sabiduría y de la ciencia, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, rico para con todos los que te invocan, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, saturado de oprobios, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, desgarrado por nuestros pecados, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima por nuestros pecados, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ten misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, ten misericordia de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.

℣. Jesús, manso y humilde de corazón.
℟. Haz nuestro corazón conforme al tuyo.

Oremos:
Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amantísimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ha ofrecido, y concede bondadoso el perdón a éstos que piden tu misericordia en el nombre de tu mismo Hijo Jesucristo. El cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
℟. Amén.

Acto de desagravio al Sagrado Corazón (Pío XI)

Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.

Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.

Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada.

Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.

Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos.

℟. Amén.

Invocaciones finales

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca San José, rogad por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santa Margarita María de Alacoque, rogad por nosotros.
Todos los Santos y Santas de Dios, rogad por nosotros.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟. Amén.

 
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Procesión de Corpus Christi